
Apoyo nutricional para la función renal y urinaria
Los trastornos renales y del tracto urinario inferior son frecuentes en la clínica de pequeños animales, con afecciones que van desde la inflamación benigna del tracto urinario inferior hasta la insuficiencia renal potencialmente mortal. Las manifestaciones clínicas pueden variar ampliamente, lo que requiere un enfoque diagnóstico exhaustivo para diferenciar entre anomalías funcionales y estructurales.
Reconocimiento de los trastornos renales y del tracto urinario
Un amplio espectro de signos clínicos puede indicar una disfunción renal o del tracto urinario subyacente, que requiere una evaluación rápida para determinar la etiología y la intervención adecuada.
1. Trastornos de la orina
Las anomalías de la orina incluyen disuria (dificultad para orinar), polaquiuria (aumento de la frecuencia de la micción) y estranguria (esfuerzo al orinar). Estos signos suelen indicar patología del tracto urinario inferior, como cistitis bacteriana, cistitis felina idiopática o trastornos obstructivos como urolitiasis y neoplasia.
Un estudio de Kruger et al. (1991) descubrió que el 54% de los casos de enfermedad del tracto urinario inferior felino (FLUTD) eran idiopáticos, y que los factores relacionados con el estrés desempeñaban un papel importante en la aparición de la enfermedad.
2. Incontinencia urinaria
La incontinencia urinaria es una pérdida involuntaria de orina y puede clasificarse como neurogénica (por ejemplo, lesión de la médula espinal, mielopatía degenerativa) o no neurogénica (por ejemplo, incompetencia del mecanismo del esfínter uretral [USMI], uréteres ectópicos).
La USMI es la causa más común de incontinencia urinaria adquirida en perras esterilizadas, sobre todo en razas grandes.
Las causas congénitas, como los uréteres ectópicos, representan hasta el 50% de los casos de incontinencia urinaria en perras jóvenes (Holt & Thrusfield, 1993).
3. Poliuria y polidipsia (PU/PD)
La poliuria (PU) se define como un aumento de la diuresis (>50 ml/kg/día), a menudo acompañado de polidipsia (PD), que supera la ingesta diaria normal de agua (>100 ml/kg/día). La PU/PD puede ser un trastorno primario o secundario a enfermedades sistémicas como:
- Enfermedad renal crónica (ERC): se caracteriza por la pérdida progresiva de nefronas, lo que provoca una reducción de la capacidad de concentración de orina.
- Diabetes mellitus - provoca una diuresis osmótica debida a la glucosuria.
- Hiperadrenocorticismo (enfermedad de Cushing) - favorece la diuresis hídrica debido a los efectos inhibidores del cortisol sobre la hormona antidiurética (ADH).
Polzin (2011) destacó que la detección precoz de PU/PD en la ERC puede retrasar la progresión de la enfermedad mediante intervenciones dietéticas y farmacológicas.
4. Anuria y oliguria
La anuria (ausencia total de producción de orina) y la oliguria (diuresis marcadamente reducida) son condiciones críticas asociadas a:
- Lesión renal aguda (LRA), a menudo secundaria a nefrotoxinas (por ejemplo, etilenglicol, AINE, aminoglucósidos).
- Uropatía obstructiva (por ejemplo, obstrucción uretral, rotura de la vejiga).
- Insuficiencia renal terminal, en la que las nefronas ya no son funcionales.
Un estudio retrospectivo de Cowgill et al. (2016) encontró que la fluidoterapia agresiva y la intervención temprana en la IRA mejoraron las tasas de supervivencia en el 65% de los casos caninos.
5. Hematuria (sangre en la orina)
La hematuria puede ser macroscópica (visible) o microscópica (detectada a través del análisis de orina) y puede originarse en el tracto urinario superior o inferior. Las principales causas de diferenciación son:
- Infecciones del tracto urinario (ITU): infecciones bacterianas que causan irritación de la mucosa.
- Urolitiasis - hematuria debida a irritación mecánica por cálculos urinarios.
- Neoplasia: el carcinoma de células transicionales (CCT) de vejiga suele cursar con hematuria y disuria.
Mutsaers et al. (2003) informaron de que el CCT representa el 50-75% de todos los tumores de vejiga caninos, con un riesgo 18-20 veces mayor para los Scottish Terrier.
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Diagnóstico canino
Enfoque diagnóstico
Un enfoque diagnóstico estructurado es esencial para identificar y tratar los trastornos renales y del tracto urinario en perros y gatos. Los signos clínicos como poliuria, polidipsia, disuria, hematuria e incontinencia requieren un estudio exhaustivo, comenzando con análisis de orina, análisis de sangre y pruebas de imagen.
1. Análisis de orina
Sigue siendo la piedra angular del diagnóstico de las enfermedades urinarias, ya que evalúa la gravedad específica de la orina (USG) para determinar la capacidad de concentración y detectar anomalías como proteinuria, hematuria, piuria o cristaluria. El cociente proteínas/creatinina en orina (UPC) es crucial para cuantificar la proteinuria, ayudando a diferenciar entre enfermedad glomerular y tubular. La proteinuria persistente con un cociente UPC elevado sugiere enfermedad glomerular , mientras que la proteinuria leve suele acompañar a una inflamación o infección del tracto urinario inferior.
2. Análisis de sangre
Incluidos la creatinina sérica, el nitrógeno ureico en sangre (BUN) y la dimetilarginina simétrica (SDMA), proporcionan información sobre la función renal, y la SDMA ofrece una detección más precoz de la disfunción renal que la creatinina. Los desequilibrios electrolíticos, como la hiperpotasemia en la lesión renal aguda (LRA) o la hipopotasemia en la enfermedad renal crónica (ERC), pueden orientar aún más el tratamiento clínico.
3. Estudios de imagen
Incluidas las radiografías abdominales y la ecografía, ayudan a detectar anomalías estructurales como urolitiasis, neoplasias o defectos congénitos. Las radiografías son útiles para identificar cálculos radiopacos, mientras que la ecografía ofrece una visualización superior de las alteraciones del parénquima renal, el engrosamiento de la pared vesical y los cálculos radiotransparentes. En los casos más complejos, la urografía por tomografía computarizada (TC) ofrece imágenes avanzadas del tracto urinario, especialmente para diagnosticar uréteres ectópicos, urolitos sutiles o masas pélvicas renales. La cistoscopia es valiosa para la visualización directa de la vejiga y la uretra, especialmente en casos de hematuria recurrente o sospecha de neoplasia.
4. Pruebas microbiológicas
Incluidos el cultivo bacteriano y la sensibilidad, son esenciales en pacientes con sospecha de infecciones del tracto urinario (ITU), especialmente en aquellos con infecciones recurrentes o complicadas. Un diagnóstico confirmado por cultivo garantiza una selecciónantimicrobianaadecuada , reduciendo el riesgo de resistencia antimicrobiana. En los casos de hematuria persistente o signos del tracto urinario inferior con resultados de cultivo negativos, puede estar justificado realizar pruebas adicionales como biopsia de vejiga, citología de orina o pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar agentes infecciosos .
Estrategias terapéuticas
El tratamiento de los trastornos renales y del tracto urinario en perros y gatos depende de la causa subyacente, la gravedad de la enfermedad y los factores individuales del paciente. Las estrategias de tratamiento suelen incluir una combinación de modificaciones dietéticas, terapia farmacológica y, en algunos casos, procedimientos quirúrgicos o intervencionistas.
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En la enfermedad renal crónica (ERC), el tratamiento dietético desempeña un papel clave para ralentizar la progresión de la enfermedad y mantener la salud general. Las dietas especializadas formuladas para favorecer la función renal suelen incluir niveles controlados de proteínas, fósforo y sodio, a la vez que incorporan nutrientes beneficiosos como ácidos grasos omega-3, antioxidantes y vitaminas del complejo B. La evidencia sugiere que los ajustes nutricionales pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes. Está demostrado que los ajustes nutricionales pueden mejorar la calidad de vida y prolongar la supervivencia de las mascotas afectadas.
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Para las afecciones que implican pérdida de proteínas a través de los riñones, pueden utilizarse medicamentos que regulen la presión arterial y reduzcan la hipertensión glomerular para ralentizar la progresión de la enfermedad. Los trastornos inflamatorios y obstructivos del tracto urinario inferior suelen requerir tratamientos específicos para cada síntoma, como relajantes musculares para el espasmo uretral, antiinflamatorios para la irritación de la vejiga y analgésicos para el control del dolor. La selección cuidadosa y el seguimiento de estos medicamentos son esenciales, sobre todo en pacientes con disfunción renal preexistente.
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Las enfermedades urinarias infecciosas, incluidas las infecciones bacterianas del tracto urinario (ITU), deben tratarse en función de los resultados del cultivo y la sensibilidad para garantizar el uso adecuado de antimicrobianos y prevenir la resistencia. La duración del tratamiento varía en función de si la infección no es complicada o está asociada a una afección subyacente como cálculos urinarios, anomalías anatómicas o enfermedad sistémica.
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La intervención quirúrgica o los procedimientos mínimamente invasivos pueden ser necesarios cuando el tratamiento médico es insuficiente. La extirpación de los urolitos, la corrección de las anomalías congénitas y el tratamiento quirúrgico de las afecciones obstructivas suelen realizarse para restablecer la función urinaria normal. En los casos de tumores de vejiga u obstrucciones crónicas de las vías urinarias, puede ser necesario un enfoque multimodal que combine tratamiento médico, intervención quirúrgica y cuidados de apoyo para mantener la salud urinaria y mejorar los resultados a largo plazo.
Soluciones veterinarias innovadoras
Las terapias complementarias y los nutracéuticos desempeñan un papel cada vez más importante en la gestión de la salud urinaria. Los ácidos grasos omega-3 han demostrado efectos renoprotectores en la ERC, reduciendo la inflamación y ralentizando la progresión de la enfermedad. Los antioxidantes, como la vitamina E y la coenzima Q10, pueden mitigar el estrés oxidativo asociado a la enfermedad renal.
Para la salud del tracto urinario inferior, se ha propuesto que los suplementos de glicosaminoglicanos (GAG), como la glucosamina y el condroitín sulfato, refuercen la barrera protectora de la mucosa de la vejiga, lo que podría beneficiar a los pacientes con cistitis idiopática felina (CIF). Se ha investigado la capacidad de los extractos de arándano rojo y la D-manosa para reducir la adhesión bacteriana en el tracto urinario, como posibles medidas preventivas no antibióticas para las ITU recurrentes.
La modulación del pH urinario es una estrategia esencial para prevenir la urolitiasis. Las dietas formuladas para mantener un pH urinario de 6,0-6,5 ayudan a prevenir la cristalización de la estruvita, mientras que la prevención de los cálculos de oxalato cálcico suele requerir la alcalinización de la orina y una mayor ingesta de agua. La administración de suplementos de citrato potásico puede ser beneficiosa para el tratamiento de los formadores de cálculos de oxalato cálcico y urato, ya que aumenta el pH urinario y reduce la formación de cristales.
Guías clínicas y buenas prácticas
Los veterinarios deben consultar las directrices basadas en la evidencia para garantizar un cuidado óptimo del paciente. La Sociedad Internacional de Interés Renal (IRIS) ofrece recomendaciones sobre la estadificación y el tratamiento de la ERC, haciendo hincapié en la modificación de la dieta, el control de la proteinuria y el control de la presión arterial. La Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas de los Animales de Compañía (ISCAID) ofrece directrices de administración de antibióticos para las infecciones urinarias, abogando por un tratamiento específico basado en los resultados de los cultivos y minimizando el uso innecesario de antibióticos. Además, las declaraciones de consenso de la ACVIM describen las mejores prácticas para tratar afecciones como la proteinuria, la incontinencia urinaria y la leptospirosis.
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