
Heridas y zonas de riesgo en caballos
Las heridas son una preocupación frecuente en la práctica equina, y van desde abrasiones menores a laceraciones profundas y heridas punzantes. Debido a su tamaño, entorno y altos niveles de actividad, los caballos son especialmente propensos a las lesiones, y la cicatrización de las heridas puede complicarse por infecciones, necrosis tisular y exceso de tejido de granulación exuberante. La evaluación y el tratamiento adecuados de las heridas son cruciales para garantizar una cicatrización óptima, minimizar las complicaciones y preservar la función.
Áreas comunes de riesgo de heridas en caballos
1. Heridas en las extremidades distales (miembros inferiores y articulaciones)
Las extremidades inferiores son los lugares más comunes de las heridas equinas debido a la limitada cobertura de los tejidos blandos, el movimiento constante y la alta exposición a los traumatismos. Las heridas en estas regiones tienen un mayor riesgo de:
- Retraso en la cicatrización debido a la mala circulación.
- Exceso de tejido de granulación (carne orgullosa), especialmente sobre el hueso del cañón y el menudillo.
- Artritis séptica o tenosinovitis si las heridas penetran en las estructuras sinoviales.
Consideraciones sobre el manejo:
- Lavado y descontaminación inmediatos para prevenir la infección.
- Vendaje compresivo para reducir la inflamación y controlar el tejido de granulación.
- Tratamientos tópicos que proporcionen protección antimicrobiana y apoyo a la cicatrización de la herida.
2. Heridas en la cabeza y la cara
Las heridas faciales pueden parecer dramáticas debido a la abundante hemorragia, pero en general cicatrizan bien debido a la buena vascularización. Sin embargo, las heridas cercanas a los ojos, las fosas nasales o los senos paranasales requieren una atención especial para prevenir infecciones secundarias, alteraciones funcionales o defectos estéticos.
Consideraciones sobre el tratamiento:
- La sutura es preferible cuando los resultados cosméticos son una preocupación.
- Ungüentos antimicrobianos e higiene cuidadosa de la herida para prevenir la contaminación.
- Vigilancia de fracturas subyacentes o afectación de las fosas nasales.
3. Heridas torácicas y pectorales
Los traumatismos en la región torácica pueden implicar lesiones profundas de los tejidos blandos, lo que puede provocar enfisema subcutáneo o neumotórax si la cavidad torácica está comprometida.
Consideraciones sobre el manejo:
- Monitorización estrecha de la dificultad respiratoria.
- Las técnicas de cierre de la herida pueden variar en función de la extensión y la localización.
- Las infecciones secundarias son motivo de preocupación y requieren terapia antimicrobiana tópica y sistémica.
4. Heridas en el flanco y el abdomen
Las heridas en el flanco y las regiones abdominales plantean un mayor riesgo de evisceración o penetración en la cavidad peritoneal. Estas heridas se consideran urgencias quirúrgicas si las estructuras abdominales están expuestas.
Consideraciones sobre el manejo:
- Estabilización inmediata y derivación si se sospecha penetración profunda.
- Técnicas cuidadosas de cierre de la herida para prevenir la herniación.
- Terapia antimicrobiana sistémica para reducir riesgos de infección.
5. Lesiones de la banda coronaria y del casco
La banda coronaria y la cápsula del casco son fundamentales para la salud a largo plazo, y las lesiones en estas zonas pueden provocar cojera crónica, defectos en la pared del casco o deformidades permanentes.
Consideraciones de gestión:
- Proteger la banda coronaria con bálsamos hidratantes, lo que ayuda a mantener la hidratación y la elasticidad de la pared del casco.
- Desbridamiento y antisépticos tópicos para las heridas punzantes del casco para prevenir infecciones profundas o abscesos.
- Vigilancia estrecha para detectar laminitis o cambios estructurales del casco tras un traumatismo importante.
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